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lunes, 9 de enero de 2012

Regular el bien morir ¿un brindis al sol?

Conociendo la trayectoria de Pilar Farjas, su nombramiento como nueva Secretaria general del Ministerio de Sanidad ensombrece de forma importante la posibilidad de que se produzcan avances en la regulación del bien morir. Sospecho, por tanto, que mi tribuna en El País de hace unos días se quedará como un gran brindis al sol. Pero lo dicho, dicho queda. 

Disposición 8326 del BOE núm. 127 de 2010
Regular el bien morir, tarea pendiente

“Desempleo”, “mercado”, “deuda”, “crédito”: estas palabras dominan nuestras vidas y nos hacen olvidar otras que no podemos ni debemos desatender. Una de ellas es “muerte”. La muerte es inseparable del hecho de la vida. Por eso, con crisis o sin crisis, conviene que nos ocupemos y preocupemos por tratar de que cuando nos alcance, lo haga de un modo plenamente humano, digno. 



La sociedad española alumbró este debate hace ya más de 15 años, cuando vimos y oímos por primera vez a Ramón Sampedro en la televisión. Y desde entonces, el debate no ha cesado. Por ello no podemos consentir que la crisis lo cercene. 

Andalucía, con su Ley 2/2010, llamada “de muerte digna”, tuvo el mérito incontestable de separar el debate en dos partes diferenciadas. Una tiene que ver con la regulación de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido, hoy por hoy delitos tipificados por el Código penal. La otra parte del debate tiene que ver con el resto de prácticas sanitarias relacionadas con la atención a la muerte, como los cuidados paliativos, el tratamiento del dolor, la sedación paliativa, el rechazo de tratamiento o la limitación del esfuerzo terapéutico. 

La ley andaluza y sus clones navarro y aragonés, clarificaron de forma decisiva la primera parte, renunciando, como no podía ser de otra manera por falta de competencia jurídica, a tratar de legitimar dichas intervenciones. Pero regularon ampliamente la segunda parte, contribuyendo a dotar a la ciudadanía de amplios derechos y garantías de respeto a su dignidad en el proceso de muerte.
El Ministerio de Sanidad de la pasada legislatura tardó demasiado en convencerse de que los comentarios despectivos hacia estas leyes autonómicas, que las tildaban de innecesarias, laxas o meramente propagandistas, provenían de sectores profesionales o grupos ideológicos más inclinados a proteger sus propios intereses que los de los pacientes terminales y sus familias. Por su tardanza, el Proyecto de Ley estatal quedó embarrancado en el adelantado final de la legislatura. Pero el nuevo Gobierno no debería dejarlo tirado ahí. Los ciudadanos extremeños, canarios o catalanes tienen que disfrutar de los mismos derechos y garantías que los andaluces, navarros o aragoneses. 

Si, como sucedió en Andalucía donde la ley se aprobó en el Parlamento autonómico por unanimidad –salvo en tres artículos-, se consigue que primen los intereses generales sobre los partidistas, tramitar y aprobar una ley estatal sería posible. Sólo hace falta la voluntad política y el liderazgo del grupo mayoritario del Congreso para lograrlo. Los profesionales, los pacientes y sus familias se lo merecen. 

Una vez hecho esto quedaría entonces por abordar la otra parte del debate, la regulación de la eutanasia y el suicidio asistido. Es cierto que esta sí es una cuestión controvertida y en la que seguramente el Gobierno actual no deseará entrar por razones obvias. Pero no deberían olvidar que los estudios más solventes señalan que en torno al 60% de los ciudadanos españoles apoyaría la regulación de la eutanasia. Una parte de ellos son, obviamente, actuales votantes del Partido Popular.

Imagen: Pawel Kuczinski

viernes, 22 de octubre de 2010

Es lo que hay, ajo y agua

Carta dirigida a un grupo de amigos y amigas, relevantes profesores universitarios españoles:

Apreciados ____, _____, ____ y_____:

Perdonadme en primer lugar que os escriba así, a todos a la vez, pero es que quería comentaros esto al mismo tiempo a todos. No es ninguna cosa grave, pero sí me invade una mezcla de perplejidad, rabia y frustración. Es una cosa muy simple: me han denegado la acreditación ANECA como contratado doctor y como profesor de Universidad privada; sí me aceptan como Ayudante doctor.

En fin, no sé qué deciros. Creo que algo no funciona en el procedimiento, algo no funciona en la Universidad española. Perdonadme que os diga esto precisamente a vosotros, que sois auténticas autoridades del mundo universitario y auténticos referentes personales para mí, pero la impresión de endogamia y mediocridad que me traducen estos informes es increíble. Pareciera como si  la única manera de acceder al gueto universitario es ponerse a la cola, o sea, empezar como Ayudante doctor y esperar turno…  

Había decidido pedir la ANECA por aquello de estar preparado por si en algún momento había alguna oportunidad de acceder a la enseñanza de la Bioética en alguna Universidad española. Sabía que era difícil; ahora sé que es imposible. Para entrar…,¡¡hay que estar ya dentro!!.  Es imposible entrar en la Universidad española  “desde fuera”, es decir, habiendo construido tu curriculum académico al margen de la santa Universidad, como es mi caso. Es una pena pero es así. La Universidad española está mucho más enferma de lo que yo había pensado.  

Ahora sé también que la Bioética no tiene ningún futuro en esta Universidad decimonónica que padecemos. Acabará entrando nominalmente en los planes de estudio "pseudobolonizados", pero la mayoría de esas posibles plazas serán para aquellos que, simplemente, “esperan turno”, independientemente de lo que sepan de la materia. Paradójicamente, a alguno de los pocos que accedan a una de esas plazas sabiendo algo de esto, ¡¡lo habré formado yo!!.

Por lo demás, recurriré las resoluciones. Exploraré en mi currículum argumentos para contra-argumentar, -por ejemplo que la valoración del impacto bibliográfico debe hacerse, como mínimo, por cuartiles según las revistas del grupo temático- pero soy muy escéptico respecto al resultado. Es cierto que después de haber sido docente de Bioética durante casi 15 años y haber formado a cientos de clínicos, no puedo alegar “méritos en docencia universitaria reglada”, porque nunca he estado "dentro" de la logia.

Si el recurso no funciona –que no funcionará- sólo me quedará esperar otros 6 meses y valorar la posibilidad de intentarlo en otra área de conocimiento. La petición se pidió para el área de Medicina Legal y quizás debiera haberlo solicitado en otras áreas. Pero no sé si lo volveré a hacer; todo esto me produce ya cierto rechazo, cierto hastío y desinterés.

En fin, no sé si a alguno de vosotros se os ocurre alguna otra cosa que pueda hacer.  Pero más allá de mi caso personal, que seguramente es lo menos importante de todo esto, lo que os pido es que valoréis si podéis hacer algo para cambiar este procedimiento kafkiano, tan endogámico y rancio, tan patético. Después de esto uno entiende todavía más por qué en los diferentes rankings sobre calidad de las Universidades en el mundo (el chino Academic Ranking of World Universities o el español Ranking Munidal de Universidades en la Web ) nunca aparece una española entre las 100 mejores Universidades del mundo. 

Gracias por escucharme. Perdonadme la expresión tan directa y cruda.
Gracias a todos y todas.
(PD1: No puedo enviaros el CV que envié a la ANECA ¡¡porque la aplicación informática no permite recuperar lo que introduces, ni imprimirlo!! ¡¡Una joya de aplicación!! Pero sí os envío el curriculum que sirvió de base para preparar mi solicitud. ).

Un fortísimo abrazo.

Pablo Simón