A diferencia de lo que sucede en estos lares, el mundo anglosajón ha sido muy sensible a los potenciales conflictos de interés que surgen en la interacción entre los profesionales sanitarios y la industria farmacéutica, en el campo clínico, investigador y docente. Todavía muchos recordamos el famoso número del BMJ de 2003 monográfico sobre el tema, su no menos famosa y polémica portada cuyo dibujo reproducimos y los incisivos artículos del editor del número, Ray Moynihan -quien por cierto celebrará un curso este próximo Septiembre en la Escuela de Salud Pública de Menorca sobre "disease mongering"-.
En Octubre de 2009 la Asociación Médica Mundial, en su Asamblea de Nueva Delhi, revisó su anterior declaración de 2004 sobre la materia "Relaciones entre los médicos y las empresas comerciales". Pero sin duda, la reactivación del debate en EE.UU. tiene más que ver con la publicación en Abril de 2009 del Informe del Institute of Medicine (IOM)"Conflict of Interest in Medical Research, Education, and Practice". En él "se recomienda a las instituciones sanitarias –incluyendo los centros médicos académicos, las sociedades profesionales, las asociaciones de pacientes y las revistas médicas- establezcan procedimientos y protocolos reguladores de sus conflictos de interés que exijan la trasparencia y la gestión correcta de los vínculos financieros tanto personales como colectivos que tengan con la industria". Además "estas instituciones deberían crear Comités para evaluar estos vínculos”. Por último insiste en la necesidad de modificar la regulación federal en esta materia para hacerla más exigente.
Muchas instituciones del país han seguido estas recomendaciones. Este pasado Junio la Asociación Americana de Facultades de Medicina (Association of American Medical Colleges) hizo pública su propia Guía. Ello precipitó que importantes Facultades de Medicina, como por ejemplo Harvard, iniciaran inmediatamente la revisión de sus protocolos sobre la cuestión. El Gobierno también ha seguido las recomendaciones del IOM. El próximo 19 de Agosto finaliza el plazo para remitir comentarios y sugerencias a una propuesta de modificación de la regulación. Pero esta propuesta les parece insuficiente a Campbell y Zinner, los autores de un artículo que aparece en el último número del New Englad Journal of Medicine (12 de Agosto de 2010). Según ellos, la rebaja en el umbral de cobro desde los 10.000 dólares anuales actuales a 5.000 dolares anuales que propone el proyecto legislativo para determinar la necesidad de comunicar y someter a revisión las relaciones entre un profesional y la industria es demasiado escasa. Proponen una cifra mucho más baja ¡100 dólares anuales!.
En España la cosa va más lenta. El Real Decreto 1416 / 1994 por el que se regula la publicidad de los medicamentos de uso humano contiene algunas disposiciones sobre este tema. Por su parte, en 2006 la OMC hizo pública su Declaración sobre la ética de la relación profesional del médico con la industria farmacéutica y las empresas sanitarias, cuyo contenido es interesante. Algunas Sociedades profesionales se han posicionado sobre la cuestión, como por ejemplo la Sociedad Española de Cardiología. Pero lo cierto es que da la impresión de que todo se queda en bonitas palabras que luego no se traducen en prácticas reales en las instituciones sanitarias. Quizás el reciente documento del Comité de Bioética de España titulado "Recomendaciones con relación al impulso de buenas prácticas científicas en España" pueda servir de acicate para que, al menos en el ámbito de la investigación y académico, comiencen a ponerse en marcha mecanismos más integrales como los que se proponen en el mundo anglosajon. Y es que en España, con respecto a esta cuestión, da la impresión de que colectivamente tenemos la manga muy ancha, el bolsillo muy hondo y la ética, muy corta.
Imagenes: Portada del BMJ de 31 de mayo de 2003, cuyo autor es Malcom Willett., y cuadro de Xose Luis de Dios, gran pintor ourensano recientemente fallecido.
Mucha necesidad hay de transparencia y de ética profesional/institucional a la hora de abordar los vínculos del ámbito sanitario con la industria farmacéutica. Afortunadamente yo veo en la sociedad un creciente interés por limitar estas relaciones, puestas muy de manifiesto recientemente por el "Flu-gate" de la Gripe A, y opino que todos los profesionales de la salud tenemos responsabilidad directa o indirecta en colaborar a minimizar los riesgos que entrañan. En el apartado de evaluación objetiva de medicamentos, por ejemplo, destacaría la iniciativa de boletines independientes auspiciada por la International Society of Drug Bulletins, que encontraréis en www.isdbweb.org
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