jueves, 7 de octubre de 2010

La maldición de ser niño en Kano

Estos días ha saltado a la prensa la noticia de que en Kano, en el norte de Nigeria, se ha producido la muerte de más de 400 niños por una intoxicación masiva con plomo, cobre y mercurio como consecuencia de la contaminación del agua por los trabajos de los buscadores de oro.  Pero Kano, que fue un emirato independiente hasta 1903, cuando fue definitivamente anexionado a la colonia británica de Nigeria, es importante para la bioética por más motivos.


Fue en Kano donde la compañía farmaceútica Pfizer desarrolló en 1996 sus ensayos con el Trovan (trovafloxacino) durante la letal epidemia de meningitis que se desató en el África Subsahariana en esa época y que mató a más de 25.000 personas. El estudio de Pfizer fue un ensayo clínico en el que se trató a un grupo de niños con Trovan y a otro con ceftriaxona. Al parecer Pfizer manipuló los resultados para evitar que trascendieran los graves efectos hepáticos adversos del trovafloxacino. Tras la comercialización del Trovan, dichos efectos se pusieron rápidamente de manifiesto, lo que llevó a la definitiva retirada del fármaco. En España, trovafloxacino se comercializó entre diciembre de 1998 y Junio de 1999, cuando la Agencia Española del Medicamento ordenó su retirada.

En 2001 apareció el famoso libro de John Le Carré "El jardinero fiel", y todos aquellos que conocían lo sucedido en Kano se dieron cuenta de que ese era precisamente el trasfondo argumental de la novela.  Ese mismo año un grupo de familias nigerianas comenzó a litigar sin éxito contra Pfizer en EE.UU. por haber tratado a sus hijos sin haber obtenido su consentimiento informado. Pero sólo tras el éxito fulminante en 2005 de la adaptación cinematográfica de la novela de Le Carré, las cosas comenzaron a cambiar. En Mayo de 2006, lo descrito en un informe elaborado por el Gobierno nigeriano fue etiquetado por el senador demócrata John Lantos como "absolutamente atroz", tras lo que solícitó públicamente a Pfizer que fuera transparente y aceptara ser investigada. Finalmente, en Enero de 2009, un Tribunal norteamericano ha admitido a trámite la querella de las familias nigerianas  y los hechos están actualmente en proceso judicial.


Los sucesos de Kano, catapultados a la esfera mediática por la novela de Le Carré y, sobre todo por la bellísima película que la adaptaba, ponen sobre la mesa una cuestión ética fundamental: la compatibilidad entre actividad económica empresarial y respeto a los derechos humanos. Este es un tema que, desde una perspectiva general, han desarrollado en nuestro país autores tan relevantes como Adela Cortina, Jesús Conill o Domingo García-Marzá, en el marco de la Fundación Etnor de Valencia o el Grupo Ética y Democracia de la Universitat Jaume I de Castellón. Pero la cuestión se ha planteado de una forma todavía más viva y concreta en relación, no a las empresas en general, sino al compromiso de las compañías farmacéuticas en la protección de los derechos humanos y, especialmente, en relación con el acceso a los medicamentos en los países empobrecidos.
 
En 2008, Paul Hunt, un profesor del Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Essex (Reino Unido), que había actuado entre 2002 y 2008 como relator especial de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre el derecho humano a alcanzar el mayor nivel posible de salud, propuso, al final de su Informe, una Guía de Derechos Humanos para las Compañías Farmacéuticas en relación con el acceso a los medicamentos.La guía contiene 47 artículos, distribuidos en varios epígrafes:

  • Preámbulo
  • General (4 arts.)
  • Personas, comunidades y poblaciones vulnerables (1 art.)
  • Transparencia (3 arts)
  • Gestión, monitorización y asunción de responsabilidades (6 arts.)
  • Corrupción (2 arts.)
  • Influencia en las políticas públicas, reivindicaciones y lobbismo (3 arts.)
  • Calidad (1 art.)
  • Ensayos clínicos (2 arts.)
  • Enfermedades huérfanas (3 arts.)
  • Patentes y licencias (7 arts)
  • Precios, descuentos y donaciones (6 arts.)
  • Ética de la promoción y del marketing (3 arts.)
  • Alianza sector público y privado (4 arts.)
  • Asociaciones entre compañías farmacéuticas (2 arts.)
Como puede verse el elenco de temas es amplio, pero resalta la insistencia en los temas relacionados con patentes, licencias, precios, descuentos y donaciones, es decir, con aquellos que tienen que ver con las políticas de acceso a los medicamentos. Un buen indicador del comportamiento de las empresas farmacéuticas en estas materias lo proporciona el Access to Medicine Index, un índice creada por la ONG holandesa Acces to Medicine Foundation. Este índice clasifica a las compañias farmacéuicas siguiendo una batería de indicadores relacionados con sus prácticas de Responsabilidad Social Corporativa en relación con la facilitación del acceso a sus medicamentos por parte de las poblaciones desfavorecidas. El índice evalúa a las 27 principales compañías farmacéuticas del mundo, puntuándolas entre 0 y 5. En los dos años en que se ha realizado (2008 y 2010) la empresa líder  ha sido GlaxoSmithKline, con unas puntuaciones de 4,5 en 2008 y de 3,7 en 2010. Pfizer, la heróica empresa de Kano, estaba en el puesto 17º en 2008 y ha remontado hasta el 12º en 2010. 

El prestigio de Glaxo llevó a Paul Hunt a proponerle en 2008 a la compañía la posibilidad de hacer un informe de evaluación sobre sus actividades en este campo para presentar a la Asamblea General de Naciones Unidas como informe complementario. Glaxo aceptó el reto y el Informe se presentó en la ONU el 5 de mayo de 2009. El informe pone en valor a la compañía, pero también señala muchas áreas de mejora, especialmente en relación con una deficiente política de diferenciación de precios según el poder adquisitivo de las poblaciones, de control de las patentes y derechos de propiedad y de insuficiente evaluación externa independiente.  


Pero si todas estas lagunas existen en Glaxo, que es la más responsable de todas, ¿cómo serán las demás?. El pasado mes de Septiembre la revista PLos Medicine dedicó un especial a debatir esta cuestión, con el título de ¿Están las compañías farmacéuticas a la altura de sus responsabilidades en relación con los derechos humanos?. La respuesta que emerge del debate es que no suficientemente, que se ha avanzado algo, pero que queda muchísimo camino por recorrer. Dicen los editores de PLos en el editorial del número que "el reto para la industria farmacéutica consiste en desarrollar modelos de negocio viable que compatibilicen los beneficios con la promoción de los derechos humanos. Las compañías farmacéuticas son entidades tremendamente innovadoras que detestan la mala publicidad, por lo tanto ahí hay un incentivo que, bajo la presión del público, estimulará el pensamiento creativo". 

Y sin embargo, en mi opinión, este planteamiento es insuficiente por meramente utilitario.  Como siempre insisten Adela Cortina  y Jesús Conill, la obligación debe nacer no tanto del miedo a la mala publicidad que perjudicará los beneficios, sino de una concepción de la compañía farmacéutica como una institución social que debe ser fiel al bien interno que le da sentido, que no es otro que el de contribuir a proteger la salud de las personas y prevenir y curar la enfermedad. Y si eso hay que hacerlo con menos beneficios, pues deberá hacerse. 

Si tienes dudas de si esto es así, pregúntale a los niños de Kano.

Imágenes: Cuadros del artista nigeriano afincado en Canadá, Chidi Okoye

4 comentarios:

  1. Excelente entrada. Mi opinión personal es que hasta el momento lo que más motiva ala IF son las ganancias económicas. Ojalá lleguemos a ver un día a las compañias farmacéuticas como una institución social¡
    Una pequeña matización, la Universitat Jaime I ( UJI) es de Castellón no de Alicante.
    Saludos y enhorabuena por la página y por esta entrada. María José. Docencia Rafalafena

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  2. Enhorabuena por esta entrada. Me ha gustado mucho. Unicamente puntualizar que la Universidad Jaume I es de Castellón no de Alicante.
    Saludos. María José. Docencia Rafalafena

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  3. Hola, te he enlazado en Somos Medicina para hablar de las novedades que ha desvelado Wikileaks sobre este caso y las presiones de Pfizer.

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  4. Es muy triste comprobar como en pleno siglo XXI existan empresas farmacéuticas donde prime ante todo las ganancias económicas, sin escrúpulos algunos ante el daño a niños, olvidándose por completo de los derechos humanos y abusando de las poblaciones mas desfavorecidas. Considero que es un delito y como tal los gobiernos deberían actuar de forma implacable.
    Estos hechos tendrían que divulgarse más para así desprestigiar a las empresas farmacéuticas que actúan sin ética alguna y que utilizan estas medidas para enriquecerse aún más sin tener en cuenta el riesgo que supone para los ciudadanos. Como afirma Adela Cortina, “uno de los grandes desafíos del siglo XXI es conseguir que la gente que tenga poder tenga también ética. Que la ética llegue al poder será parte de la salvación de la humanidad”.
    11-12-2010
    Pilar Gonzalez

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